Vitels, el último reducto de la cultura pop en Ourense
Cuando era adolescente, mi lugar favorito del mundo era el videoclub, ese lugar lleno de películas donde me pasaba horas y horas rebuscando y descubriendo títulos. El viernes había que buscar provisiones para pasar el fin de semana y cuando uno salía con 4 ó 5 películas bajo el brazo, la emoción por llegar a casa y visionarlas en familia o con los amigos, era increíble. Quizás gracias a este lugar, mi amor por las películas se fue convirtiendo en mi amor por el cine, porque una cosa lleva a la otra. Mary me vio crecer, mientras el VHS se instauraba como el formato doméstico que hacía llegar la magia a los hogares. Seguramente sin el videoclub, mi vida hubiera sido diferente, y gracias a Vitels pude arriesgarme a ver muchos títulos desconocidos porque como bien dice Mary “Siempre fuimos el videoclub del pueblo, porque incluso en los mejores momentos, nuestros precios eran para todo el mundo, teníamos a 100 pesetas (0,60€) casi todo nuestro catálogo y eso permitió a mucha gente alquilar muchas películas” Y es que echo de menos esos tiempos, pero he de confesar que también tengo culpa en su desaparición, pues estos tiempos me han hecho cómodo. Tengo más de lo que puedo consumir al alcance de un click, aunque sigo comprando compulsivamente títulos que me gustan y quiero conservar en mi videoteca, cada vez es más difícil porque ya están dejando de editarse en formato físico aquellos títulos producidos por plataformas.
¿Recuerdas cuándo abriste las puertas del videoclub por primera vez?
Lo recuerdo como si fuera ayer, el día 7 de julio de 1987.
¿De dónde salió el nombre “Vitels”?
Nosotros cuando comenzamos, no fue como videoclub, sino como un comercio de electrodomésticos de gama marrón y el nombre fue el resultado de juntar Video, Televisión y Sonido.
¿Cuando decidiste abrir el videoclub, ¿ya eras una apasionada por las películas o surgió con el tiempo?
De toda la vida, el cine me gustó siempre, eso lo heredé de mi padre.
¿Cuántos videoclubs llegó a haber en Ourense ciudad?
El pico más alto fue en 1992, que llegamos a ser 37 videoclubs… de los que tan solo ha sobrevivido el mío y a duras penas… quien lo hubiera imaginado, verdad?
Cuando alguien te preguntaba por una recomendación, ¿eras de las que se mojaban haciéndola?
Siempre, además yo siempre he apostado por el cine español. Había gente que me decía “no por favor, cine español no” y a mí eso me dolía muchísimo, porque había películas muy buenas y claro, también muy malas, pero eso ocurría con el cine americano y la gente las veía igual, entonces, ¿por qué lo nuestro tenía que valer menos?
Esas recomendaciones, ¿eran películas que habías visto o simplemente oído que estaban bien?
Jamás he recomendado una película sin haberla visto, mi tiempo libre lo dedicaba a ver películas y claro que recomendaba aquellas que me habían gustado… excepto las de terror, que como no es un género que me guste, le hacía caso a las personas de confianza que las habían visto.
¿Cuál fue la película que más has alquilado o vendido?
Sin duda alguna fueron El rey león (1994) y Titanic (1997), aquello había sido una auténtica locura, tanto en alquiler como en venta.
Dicen las malas lenguas que la industria de la pornografía ayudaba mucho al sector, ¿qué hay de cierto en eso?
Es totalmente cierto, de hecho conocí videoclubs que subsistieron durante años solo con el cine porno y fue un gran negocio para nosotros, incluso a día de hoy.
En todo este tiempo has visto crecer a muchos jóvenes clientes que consumían casi a diario películas y que, con el paso del tiempo, han dejado de venir, ¿cómo te hace sentir eso?
Cómo me va ha hacer sentir… mal (se ríe). Aún hoy es ver entrar a uno de esos clientes que he visto crecer y que viene acompañado por sus hijos y me emociona, ver que ese niño que creció viendo películas de mi videoclub, le está enseñando algo que para él fue importante cuando venía con sus padres, y ahora lo hace con su propio hijo… porque a los niños hay que llevarlos a la biblioteca para que se acostumbren a ese contacto con los libros… Recuerdo una de las últimas niñas que entró por esa puerta, fue increíble ver su cara de asombro y fascinación, les preguntaba a sus padres que qué lugar era este donde había tantas películas de dibujos… porque los pequeños de hoy ya no tendrán ocasión de descubrir estos lugares, porque dejarán de existir, y con ello, un pequeño acto cultural cotidiano.
Después de todo este tiempo, ¿eres consciente de que eres el último videoclub de la ciudad?
Totalmente. Ahora mismo, qué importa adquirir un par de novedades si por la puerta no entran más que 4 ó 5 clientes, entonces ¿para qué seguir invirtiendo? Pero al igual que hablamos de videoclubs, podríamos estar hablando de un montón de comercios, que poco a poco van desapareciendo, es una pena…
¿Cuál es el perfil de tu clientela habitual? Muchos piensan que es gente “poco hábil” con las nuevas tecnologías…
No exactamente, la edad media de mi clientela ronda los 45 años, lo que ocurre es que muchos de ellos vienen porque lo han hecho siempre y les gusta o precisamente vienen a buscar títulos que no son fáciles de encontrar, o ya no están disponibles en ninguna plataforma.
Hay cierta morriña hacia la cultura pop que englobaba grandes estrenos de los 80s y 90s y somos conscientes de que los que crecimos viniendo a estos “reductos culturales”, preferíamos dejarnos los ahorros en alquilar películas y sentarnos en pandilla, a disfrutar de ellas en la soledad con la que se hace habitualmente, ¿crees que podría ser recuperable de algún modo aquella época dorada en la actualidad?
Ojalá, ahora sería una buena ocasión para recapacitar sobre ello, tras la cuarentena hemos visto que deberíamos pasar más tiempo entre los nuestros y esta sería una buena forma de juntarse la familia, alrededor de una película.
¿Serías capaz de desprenderte de las películas que te rodean en este momento?
No, jamás. Esto va a vivir conmigo para siempre. En mi casa tengo una gran videoteca y por suerte mi hija también es cinéfila como yo. Nunca hubo nada pirata en casa, si no podíamos comprar diez discos, comprábamos uno, pero lo disfrutábamos al máximo. Ahora todo lo queremos al momento y eso es un error.
Actualmente estamos empezando a ser dependientes de las plataformas para poder ver las películas que nos gustan, pero cuando desaparezcan de los catálogos, será imposible tener acceso a ellas porque no estarán en formato físico en ningún sitio, ¿qué les dirías a los que confían en que siempre podrán volver a ver esas películas que tanto les gustaron?
Que se darán cuenta de que no podrán hacerlo, y que si no existen los videoclubs es porque ellos lo han querido así. No nos damos cuenta de que acabaremos viendo y leyendo lo que otros quieren que veamos y leamos.
Hace poco, Disney anunció que sus blockbusters Mulan o Soul se estrenarán directamente en su plataforma, sin pasar por los cines, así que intuimos que casi la totalidad de las salas serán las próximas en caer…
Madre mía, cuantos empleos, qué barbaridad. Esto no se debería permitir, porque si no conservamos nuestros lugares comunes de cultura y ocio, acabaremos aislados. La cultura no le importa a nadie, al mundo no le importa la pintura, la literatura, el cine… es una lástima.
Tu mayor ilusión…
Buff… pues volver a vivir los años 80s y 90s, porque creo que todo va tan rapido que el día que despertemos, nos vamos a llevar un golpe muy grande… y ojalá me equivoque en mis predicciones.
Entrevista y fotografías por Óscar Doviso el 12/09/20